22 de septiembre de 2011

El Baldón: El verdadero enemigo

Por: José Miguel Cobián
México está en guerra. Las guerras son entre iguales, por lo tanto, se le otorga trato igualitario al enemigo. Considero que hay que hacer una reflexión para determinar al resto de los enemigos de la Patria, a todos esos que hay que combatir para que México tenga un futuro mejor.

Comencemos por los bancos, los funcionarios que los vigilan y los diputados y leyes que los regulan. México es el paraíso de la banca, sus ganancias superan con mucho las de regiones enteras en otras latitudes. Los bancos impiden el crecimiento económico de México. Son un enemigo a vencer.

La corrupción e impunidad, no merecen mayor comentario, en esta columna somos enemigos acérrimos de ambas, hacen más daño que un inquisidor con poder.

Los grandes monopolios logran ganancias brutales en México. Alimentos para animales, cobre, telefonía, celulares, gasolinas, electricidad, arroz, etc., casi cualquier actividad económica tiene características de ser un monopolio controlado por unos cuantos actores, que generalmente se ponen de acuerdo para no competir y cobrar precios superiores a los que existen fuera de México. Los monopolios y oligopolios son un enemigo bestial que convierte a todo el país en tienda de raya, pues se le paga poco al mexicano por su trabajo, pero se le cobran muy caros todos los bienes y servicios que consume. Así las utilidades se las llevan unos cuantos, y tenemos honrosamente 52 millones de pobres.

Los distintos credos religiosos que limitan la libertad de los mexicanos son un enemigo a vencer, igual que esos que convencen a sus fieles de entregar una parte importante de su patrimonio para beneficio de sus líderes espirituales. Hay intensas campañas de proselitismo para obtener más integrantes en ciertos cultos, en otros hay una increíble maquinaria de lavado de cerebro, que convierte a los fanáticos de la congregación en fanáticos dependientes. Hay grupúsculos dentro de la propia iglesia católica, que se consideran predestinados para dirigir almas y fieles, siempre con un beneficio de poder o de dinero para sus integrantes. Todos ellos se olvidan de que la libertad es el supremo bien del ser humano, otorgada por el Creador en el paraíso y asumida por Adán y Eva con todos sus riesgos y consecuencias. Se olvidan de que la Verdad hará libres a los humanos, como bien universal. El propio Creador ofrece la libertad del ser como un bien supremo y los humanos buscamos limitarla por todos los medios.

La hipocresía y falsedad tanto de gobernantes como de ciudadanos es un enemigo del país, al grado que nos ha llevado a vivir en ¨El gran teatro de México¨, en el cual nada es lo que parece, y cuando se investiga más a fondo, nos damos cuenta de que la Verdad, la sinceridad, la honestidad, son palabras cuyo significado muy pocos conocemos y aplicamos en nuestra vida diaria.

Nuestro entorno ecológico sufre cada día más daños. La depredación de la flora y la fauna se ha convertido en el gran negocio de unos cuantos, en perjuicio de las mayorías actuales y del futuro de los mexicanos. Empresas que contaminan, tráfico de especies, tala inmoderada sin reposición, agua cada vez más sucia, ríos muertos, campos agotados por explotación excesiva, ignorancia para realizar el aprovechamiento de los recursos naturales del país de manera sustentable, con la complicidad de autoridades, desde las de ecología hasta las de seguridad pública.

México es un país de leyes, -que nadie respeta-. De nada sirven las leyes que no se aplican. Un índice de impunidad del 98% habla de un estado fallido, de una procuración e impartición de justicia prácticamente nulas.

La amenaza de una dictadura militar o cuando menos sostenida por las armas del ejército es otro enemigo del País que poco a poco está manifestando más como futuro posible que como horizonte con mínima probabilidad de llevarse a cabo.

El futuro del país está en manos de los jóvenes y niños, que son educados con un nivel ínfimo de calidad. El futuro estará en manos de personas sin preparación. Los mexicanos de la siguiente generación no podrán aspirar a un mejor nivel de vida, pues su trabajo y sus conocimientos mínimos estarán muy mal cotizados. Deberíamos de hacer una guerra contra la ignorancia y la mala calidad de la educación que les damos a nuestros niños y jóvenes.

Si verdaderamente deseamos ser un mejor país, tenemos que combatir a todos estos enemigos y a muchos más, que están frenando la llegada del bien y la felicidad a este País.

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