21 de marzo de 2013

LA BANDA MALANDRA

 

Por Andrés Timoteo
Se concibió para lo que es: la simulación. Para proyectar un supuesto interés oficial amainar la ola de ataques contra representantes de los medios informativos. Sin embargo, no fue suficiente para calmar los señalamientos locales, nacionales e internacionales sobre el gobierno de Javier Duarte de Ochoa en el tema. La falta de credibilidad y desconfianza acompañaron desde su origen a  la Comisión Estatal para la Atención y Protección de Periodistas la acompaña y hoy por sus hechos confirma que no solo es un “elefante blanco” – costoso e infuncional- sino también corrompido.

La mayoría de  sus integrantes,  como se alertaba desde  un principio, no son gente proba y bastaron unos cuantos meses para corroborarlo. La paquiderma institución ni atiende ni protege a nadie más que a los intereses de sus manejadores, quienes apenas tuvieron acceso al dinero público -15 millones de pesos- se lo repartieron a tarascadas. Se asignaron sueldos como si fueran secretarios de despacho, contrataron asistentes o oficinistas. Las sumas y balances son desbastadores: ¡¡ hay 47 personas destinadas a velar por los comunicadores -37 empleados administrativos y 10 comisionados- y ni un solo reportero que se diga protegido!!.

No hay un solo pronunciamiento de defensoría hacia algún compañero. No hay una sola condena pública hacia los agresores. No existe ningún apercibimiento o recomendación hacia el gobierno estatal y sus funcionarios que son los que están detrás  de agresiones o acosos o se muestran indiferentes ante los mismos. En las últimas semanas, solo por citar tres casos, un fotógrafo del sur del estado, Ricardo Baxin Muñoz, pereció atropellado y la comisión se negó a asistir a sus familiares en los gastos médicos y funerarios. Ya no se diga la exigencia para que se investigara y castigara a los responsables.

También por órdenes de la vocera estatal, María Gina Domínguez, un empresario radiofónico despidió a la periodista Marijose Gamboa sin darle la indemnización que le correspondía ni mucho menos una justificación decente. El silencio de los comisionados fue absoluto. Algunos confiaron a sus cercanos que no se iban a pelear con “la jefa” – es decir, la vocerilla próspera- ni “partearían el pesebre” – frase desgastada que significa no atentar contra el comedero, en alusión al recipiente donde los amos les proporcionan alimento a los semovientes – defendiendo a una comunicadora crítica e incómoda para el duartismo. De ese tamaño es la impudicia de esos falsos defensores.

Y en días pasados el reportero gráfico Félix Márquez fue amenazado públicamente por el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez – El Gino que tocó la flauta- y tuvo que salir del estado ante la probabilidad de que fuera detenido, le fabricaran algún delito –como lo hicieron en su momento con los tuiteros-, le mandaran a asaltar su casa o hacerle algo peor. A la par de los amagos de Bermudez, respaldados por el mismo gobernador Javier Duarte, se ordenó la difusión de infamias a través de correos electrónicos para desacreditar su trabajo periódico sobre los grupos de autodefensa en Tlalixcoyan y hacerlo pasar como un comunicador corrupto.  Hasta la fecha, según se sabe, la comisión duartista solo hizo una llamada telefónica para a Márquez para ofrecerle sus servicios en el caso de que quisiera poner una queja. No más porque no les conviene remover un asunto que daña la imagen de sus financiadores.

Hubo también por ahí una carta de uno de sus integrantes – cuyo deseo siempre fue ser burócrata- casi pidiéndole el favor a Duarte de Ochoa de que no sea represor de periodistas. Tono meloso e intención timorata -no sea que el patrón se les enoje- y lo hizo más por la guerra interna que trae contra sus compañeros por la distribución de botín que por una vocación de servicio o solidaridad gremial.  El caso de Márquez –así como el de Marijose y el de Ricardo Baxin- requerían una condena abierta, la exigencia sin cortapisa de una  investigación y  la vigilancia para que haya justicia. Nada de eso sucedió ni sucederá porque esa comisión no fue concebida para ello.

Paralelamente hay historias de compañeros que viven una enorme necesidad económica  porque fueron obligados a salir e Veracruz ante el clima de inseguridad y posteriormente sus empresas los abandonaron y la promesa del gobierno estatal para apoyarlos nunca se concretó aun cuando la misma vocera Domínguez o sus allegados los azuzaron para irse.  Uno de ellos, por ejemplo, es padre de familia y no tiene ni para comprar los pañales de sus hijos. Otros más tuvieron que regresar a trabajar a Veracruz pese al enorme riesgo que ello implica porque no les quedó otra opción.  Lo peor es que encontraron las puertas cerradas de los medios locales porque la vocerilla se encargó de boletinarlos negativamente para que no fueran  contratados.

Hoy padecen necesidad y miseria, sin que nadie los apoye. ¿Y qué hace la seudo-académica mientras que Namiko Matzumoto, la jefa de la banda malandra?. Se dedica a contar dinero y repartirlo entre sus secuaces. En resumen, la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas nació podrida y hoy en día, nadie –ni los comunicadores ni la opinión pública- le da un voto de confianza. Su actividad se reduce a ofrecer cursos, regalar títulos universitarios – según la promesa de sus directivos- y gastarse los millones de pesos que tiene de presupuesto anual.  No sirve. Es falsa.

Y mientras algunos reporteros padecen acoso oficial y  apuros para sobrevivir, otra que cuenta el dinero a manos llenas es la vocera Domínguez Colío que acaba de inaugurar  su nuevo restaurante gourmet llamado – descaradamente- “Casa Veracruz”, localizado sobre el boulevard Adolfo Ruiz Cortines en Jalapa y un salón de fiestas de nombre “Onix” en la carretera a Coatepec, cerca de lo que antes era el Museo del Transporte y hoy son las oficinas del DIF estatal.  Ambos negocios,  dicen los enterados, tienen lujos exóticos y sus respectivos prestanombres como ordena el manual de los nuevos ricos y de quienes hacen fortuna con dinero ajeno. La banda malandra, pues.
“Detallamos hasta el último espacio y cubrimos todas las necesidades para que la comodidad y el buen gusto resalten. La iluminación externa del salón es algo que no encontraras en Jalapa y que le da a tu evento, desde la llegada de tus invitados, un atractivo y encanto especial”, dice la publicidad del salón de fiestas que también presume diseño moderno, a la altura de los mejores sitios de fiestas en el mundo,  y paredes cubiertas con mármol. Allí, en diciembre pasado se reunió un grupo de reporteros oficialistas para brindar por la vocera estatal tanto por el fin de año como por la buena ventura de sus negocios prósperos. La señora no tiene llenadera, diría el filósofo güegüenche.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario