31 de octubre de 2014

LA GRAN ESTAFA



FUERA DE FOCO 

Por: SILVIA NÚÑEZ HERNÁNDEZ

Un ciudadano mexicano desde que sale diariamente de su casa –muchas veces hasta en el interior de ella- tiene que enfrentar una serie de actos que transgreden a su persona o familia, derivado de las diversas acciones de instituciones o empresas comenten fraude periódicamente amparadas por la impunidad y la omisión de las dependencias encargadas para la supuesta “protección” de los ciudadanos. Es decir, estas instancias en vez de proteger a quienes les pagan sus onerosos sueldos, en la mayoría de los casos, se convierten en aliados de quienes incurren en el fraude en contra de los usuarios o de la población en general.



Diariamente vemos en diversos espacios informativos la promoción costosa –aparte no hay quien las regule a ellas- de instancias como la Procuraduría de la Defensa del Contribuyente (Prodecon), la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) por citar algunas; donde se promueve la imagen de proteger y coadyuvar en la defensa de la ciudadanía. El problema es que todas ellas, son blandas y sin dientes. Jamás sus normas y estatutos de cómo fueron creadas, les permite proceder legalmente en contra de quienes cometan un fraude en detrimento de la ciudadanía. Es decir, son elefantes blancos.

Otro impedimento amable lector, se origina por la falta de cultura de la ciudadanía a la denuncia. El no hacerlo, brinda la posibilidad estar expuestos a los actos deshonestos de prestadores de servicios, servidores públicos y comerciantes.

El no denunciar, nos hace candidatos y hasta cómplices de quienes violentan nuestra economía, nuestro medio ambiente, nuestra tranquilidad, etc. Las empresas –de cualquier rubro comercial o servicio- y podemos advertir que la mayoría de las dependencias públicas, que cobran un servicio al ciudadano –los espacios públicos sus sueldos- y es tan usual que diariamente incurran en la tendencia de no respetar los contratos o servicios, donde siempre quien sale perdiendo es el usuario. Lo peor es, que el ciudadano por flojera a la denuncia, prefiere dejar pasar todos y cada una de acciones que transgreden su economía, y al final del vericueto, todo se traduce en incrementar más la pobreza entre la población.

Si analizamos, la corrupción existente en el país hace que constantemente el ciudadano sea defraudado. Quienes incurren en dichas faltas, saben que lo hacen bajo el manto de la impunidad que el mismo sistema político le ha brindado a los poderosos empresarios y a las trasnacionales, hoy mejor conocidas como poderes fácticos. Los legisladores no hacen nada por crear iniciativas que protejan realmente a la población y se puede decir, que son los principales protectores de la corrupción que impera en México. Su única preocupación es protegerse unos a otros demostrando que en el país, la impunidad es la que gobierna el sistema político.

Con el simple hecho de tirarse a su zona de confort y no gestionar e incentivar reformas en sus distritos para beneficiar a sus pobladores. Los legisladores sólo se dedican a trabajar en pro de los poderosos y avalarles “reformas” que a los únicos que beneficia son a los poderes fácticos y a la clase política. Qué al pueblo se los lleve el “cuerno”.

La denuncia gentil lector es y siempre será una medida de protección que impida el fraude o el robo literal de lo que tanto trabajo le cuesta ganar con jornadas laborales de hasta 18 horas diarias.

La inmoral actitud de la sucursal Chevrolet de Juan Pablo II
Para reforzar lo anterior expuesto, es necesario amable lector le cuente una historia amable lector para que sirva de ejemplo y sobre todo, pongan a trabajar a quienes les pagamos un sueldo –Profeco por ejemplo- por proteger nuestros intereses. No nos hacen ningún favor.

El día 24 de octubre del 2014 –el jueves pasado para ser exactos- mi coche particular presentó un desperfecto debido a que la batería cumplió con su tiempo de vida. La situación me empujó a llamar a la aseguradora para que me asistieran al pase de corriente para poder llegar a mi destino. La asistencia vial no fue oportuna como hubiera deseado, pero lo llevaron a cabo.

Derivado a que el automóvil se quedó sin corriente, el estéreo se desprogramó y de acuerdo a la asesoría del joven que me fue a dar asistencia vial, me indicó me pusiera en contacto con alguna agencia automotriz de la Chevrolet en Boca del Río o Veracruz, para que llevarán a cabo dicha programación. Me dieron un número telefónico, el cual marqué hasta el viernes 25, en dónde me dieron cita en la Agencia ubicada en Juan Pablo II casi esquina Urano en el municipio de Boca del Río.

Un colega camarógrafo me indicó que la programación del estéreo es algo muy sencillo de realizar. Sólo tenía que ingresar un código para poder nuevamente contar con el buen funcionando de dicho aparato. Me indicó que dicha información debería de estar en la documentación de mi auto y que él podía hacerlo. Nos dedicamos a buscarlo y los dichosos números simplemente no aparecieron por ninguna parte.

Nuevamente me comuniqué al 018000105200, número de atención a clientes de la Chevrolet, donde primero me atendió un tal Manuel Portillo, luego un César Silva y por último terminé con una tipa de nombre Carmen Hernández, quien fuese la que me aclaró que por “política” de la Chevrolet, la codificación del estéreo de las unidades comercializados por la empresa, ya no se le daba al propietario del auto y para obtenerla, procederá a pagar a la agencia –cualesquiera- la cantidad de 800 pesos. Dicho monto cubre sólo la programación del estéreo, pero que la información no se proporcionaba nuca al cliente.

Todo ello, es doloso, pues la empresa automotriz puede mantener cautivo al propietario de una unidad por el tiempo que estos quieran. Es decir, las veces que mi reproductor de música se desprograme, la agencia pretenderá que el propietario del automóvil pague por utilizar algo que es de su propiedad, acto que es realmente una canallada.

Obviamente dicha situación originó mi absoluta indignación. Pese a mi exigencia e indicándole que me tendría que proporcionar la información de mi automóvil, como también le exterioricé que la empresa no podía obligarme a pagar un elevado costo por un código que nunca entregó. Le advertí que a todas luces, dicha medida estaba diseñada para robar literalmente a los propietarios de las unidades que ellos fabrican, e incurría en una violación dolosa y de mala fe.

Asistí a la agencia antes mencionada y me canalizaron con el gerente de refacciones, Julio Flores, debido que el gerente general –su jefe- no se encontraba en la planta a causa de un “viaje de negocios” y este sujeto, al final de todo, se negó a solucionar un problema simple: dar la información solicitada.

Julio Flores, fue subiendo de tono, luego de que yo le exigía que me diera la información de mi vehículo y argumentando que si la quería, simplemente pagara por ella la cantidad antes mencionada. Me acredité como periodista, por último con el “gerente” de problemas de la sucursal Juan Pablo II y le advertí que dicha situación la iba a canalizar a la Procuraduría General del Consumidor (Profeco) pues consideraba abusivo cobrar por información que no les pertenecía en absoluto y no estaba dispuesta a regalarle mi dinero.

La actitud del “gerente” se caldeó. Volvió asegurar que dicha medida era la “política” de la empresa y que las reglas no las diseñaba él, por lo tanto, podía hacer lo que me placiera, pero el código sólo pagando; además, el auto me dijo que el auto ingresaría al taller para que un “profesional” lo programara y si en un futuro volvía a desprogramarse el reproductor, tendría que nuevamente volver a pagar por él.

Al término de su interlocución, le notifiqué que la conversación había sido grabada y que dicha información sería expuesta ante la Profeco. El sujeto –nerviosamente- brincó de su silla y con un “A mí no me amenace” salió del lugar buscando al personal de seguridad para amedrentarme. Salí del lugar asegurándole sobre resolución de denunciarlos en las instancias competentes.

En la Profeco, el delegado regional, Gilberto Ojeda Camacho indicó que la medida por parte de la Chevrolet es violatoria. Indicó que dicha empresa no puede negar la información a sus clientes y mucho menos, condicionarlos a un cobro por ella.

El funcionario federal tuvo el acercamiento vía telefónica con el gerente general de Asociación Mexicana de Distribuidores Automotrices (AMDA), Francisco Cazares Guridi, quien inmediatamente atendió el tema e indicó que trataría la solución la sucursal ubicada en Juan Pablo II, lugar donde se encuentra ubicada la sucursal de Agencia de la Chevrolet. Tres horas después, dicha agencia de automóviles se puso en contacto para advertir que sería atendida de manera gratuita, por lo que tenía que llevar la unidad para la programación y la entrega del código.

Más tarde el gerente general de la AMDA, Cazarez Guridi se comunicó nuevamente para asegurarse que la sucursal haya atendido el problema con presteza. Pero aprovechó para notificarme que la solución del problema era una “atención” se me estaba ofreciendo –por ser reportera- pero que realmente dicha información, la planta de la ciudad de México la retenía. Es su política alentó también el gerente general, además reforzó que dicha clave para configurar el reproductor de música, tenía un costo para el propietario. Es decir, amparaba en su totalidad el abusivo uso del cobro que la empresa Chevrolet le exige violatoriamente a los propietarios de los automóviles que tienen el desacierto de comprar.

Amable lector, exigí que dicha supuestamente codificación fuera instalada en mi presencia. En verdad que el timo de esa empresa no tiene precedentes. El dichoso código no existía, sólo con oprimir el número 1 el estéreo funcionó adecuadamente. En resumen, las agencias en todo el estado de Veracruz, cometen fraude sin precedentes a sus clientes. Sin ningún tipo de ética, se conduce arbitrariamente y roba literalmente sin ningún tipo de moralidad de forma abusiva.

El hurto es a nivel nacional y al menos aquí en la conurbación Veracruz-Boca del Río se encuentra amparado por la propia Asociación Mexicana de Distribuidores Automotrices. Con dicha actitud se demuestra que estos se cobijan unos a otros con todo cinismo que les caracteriza. Un acto artero y abusivo cobijado con el manto de la impunidad.

Conclusión. La supuesta codificación del estéreo como cualquier otra información relacionada con el buen funcionamiento de su unidad, debe de ser proporcionada por parte de cualquier Agencia de Automóviles de manera gratuita. El no hacerlo incurre en una violación al cliente.

Artero y falto de ética puede considerarse la acción. Cómo ciudadano debe de buscar la manera evidenciar públicamente a quien violente y pretenda imponerle montos no justificados. La Procuraduría Federal del Consumidor está obligada a sancionarla y sobre todo, clausurar las instalaciones para que éstas se vean obligadas a dejar de actuar en detrimento de la economía de sus clientes. 

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