18 de agosto de 2016

EPN VUELVE A LAS AMENAZAS Y EL OJO DEL HURACÁN CRECE

@rasocas
Las expectativas que había sobre la solución del problema magisterial-popular se están desvaneciendo de manera peligrosa. El gobierno federal administra el conflicto mi9entras la rebelión ciudadana se prepara para dar su  respuesta. Por la parte centro sureña del país se siente la presencia rebelde de los maestros y de los pueblos contra el régimen político. La capacidad corruptora de este, sus amenazas y sus formas represivas, ya no intimidan ni repliegan a la gente que está hasta la madre del hartazgo de los políticos del sistema y de la situación  económica y social que vivimos. La perversión política e ideológica hasta hace poco incuestionables, están siendo rebasadas y ya generan las condiciones para que el pueblo se levante contra el mal gobierno. Hoy, por varias partes del país la gente construye sus propias fortalezas organizativas e ideológicas y se generalizan las proclamas contra la conducción burguesa del Estado.

Para consolidar este avance, se requiere de la construcción de una fuerza proletaria popular, de dirigentes políticos revolucionarios, de militantes críticos, participativos, elaboradores de proyectos, insumisos y de prácticas democráticas de consulta y decisión. Que sepan hacer un trabajo por “abajo y por arriba pero desde abajo, actuando como un pulpo con una cabeza de gran complejidad y miles de brazos metidos en todos y cada uno de los vericuetos de la conflictividad nacional” (*) No pueden ser los intereses de grupo, los arribistas y corruptos, los que tuerzan el rumbo del cambio que requiere el país. La participación electoral es una práctica de poder que hay que trabajar pero sólo podrá jugar su papel si la construimos al lado de las resistencias que pujan por la derrota del poder burgués. 

Para alcanzar estas metas, se requiere conquistar el derecho de hablar y de actuar. Acabar con los miedos al ejercicio público de la crítica y la autocrítica. Los militantes y dirigentes de grueso calibre deben ser capaces de impedir las triquiñuelas y poner por delante los intereses populares que permitan avanzar en la transformación social y política de México. Si hoy el poder lo detenta la burguesía, hay que arrebatárselo para que el pueblo en completa autodeterminación humana, lo ponga totalmente a su servicio. Ganar una elección aunque es muy importante, no significa necesariamente lograr la transformación social. 

Desde hace tres décadas, México vive una crisis orgánica e histórica que se expresa en  el agotamiento y la inviabilidad de su relaciones socio políticas. Su estabilidad neoliberal y sus institucionalidades autoritarias, violentas y militarizadas, están sumamente gastadas. El alzamiento magisterial-popular y la lucha de los estudiantes y pueblo de Ayotzinapa lo han evidenciado, dando muestra clara de lo que está sucediendo en México en los casi dos últimos años. El régimen político está históricamente derrotado y es el pueblo el que está tomando en sus manos la iniciativa en la construcción de un nuevo proyecto de cambio. En este agotamiento es donde debemos hacer que se centralice y condense el ojo del huracán de la conflictividad social. La crisis apunta hacia una nueva conducción de la vida nacional. Ningún problema importante podrá ser resuelto si no se  subvierte la actual conducción burguesa.

La participación de grandes multitudes de mexicanos que ya no quieren vivir bajo esa conducción, recorren el país bajo el grito de “fuera Peña Nieto y todo su mal gobierno” Una multitudinaria voluntad exige que cambie la manera de cómo se conduce la cosa pública. El terreno político electoral puede ser el epílogo donde se verifique la participación de grandes expresiones de ciudadanos. La condición estriba en que todas las resistencias forjen una plataforma política mínima que cohesione a todas las resistencias y que las arme de una decisión unitaria para acabar con este régimen político.  Es en este espacio de la conflictividad nacional en el que la línea antipopular encuentra su centro más vulnerable. Es el talón de Aquiles de la conducción sociopolítica actual y en donde está el eslabón más fuerte de la resistencia popular.

Ha llegado el momento de empezar a subvertir el dominio de la burguesía. La gente debe ejercer su propia autoridad imponiendo el poder comunitario y rechazando los mandos ajenos. Desde allí se puede ejercer el poder. Allí es donde se crisolan voluntades, intereses y modos de vida. Y si bien es cierto que las prácticas burguesas han sido hasta ahora prácticas de poder, de aplastamiento de la autodeterminación popular, también es cierto que estas prácticas se encuentran hoy severamente cuestionadas, que pueden conducir a un proceso liberador en el  que tenga lugar la autodeterminación social y la soberanía popular. Nadie si no el pueblo auto determinado, debe tener la última palabra.


(*) La lucha por la conducción popular de la sociedad, Armando Martínez Verdugo. RP No7

No hay comentarios:

Publicar un comentario