9 de agosto de 2016

NESTLÉ SE APROPIA DE LOS MANANTIALES DE AGUA DEL IZTACCÍHUATL


En el volcán la Iztaccíhuatl, el consorcio trasnacional de origen suizo Nestlé –Nestlé Waters– se apropió de manantiales propiedad de la nación para el rentable negocio de la venta de agua embotellada, al tiempo que en el mismo espacio campesinos de las comunidades y ejidos del municipio poblano de Tlahuapan tienen restringido el aprovechamiento de agua para consumo humano y es vedado su uso para la producción agrícola.
Lo más sobresaliente es que la multinacional comercializa el “agua natural de manantial” extraída de mantos acuíferos en una zona en veda, para un negocio del que se desconoce el volumen real del líquido aprovechado, la apertura de pozos y el monto que pagan al país por la apropiación de un bien vital de dominio público, de valor social, económico y ambiental, como se establece en la Ley de Aguas Nacionales.
Vale mencionar que el líquido se extrae de los acuíferos más importantes del país localizados en el Eje Neovolcánico Transversal; 40 de éstos se identifican en la región del Balsas, de los cuales 16 se encuentran en el Alto Balsas donde se localizan los manantiales apropiados por Nestlé, y que son para el estado de Puebla fundamentales, ya que las fuentes superficiales son escasas y de reducido volumen o se encuentran totalmente aprovechadas. Este dato es significativo, toda vez que los crecientes conflictos y la disputa por el líquido se centran en el espacio geográfico del área del Izta-Popo.
La relevancia del espacio socio-natural que habitan las comunidades rurales y sus ejidos de Tlahuapan está asociada a los recursos hidrológicos estratégicos que posee la Sierra Nevada, lo que le confiere un papel destacado para la región más densamente poblada de la República. Estos excepcionales recursos hídricos nacen en la Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, principalmente por el deshielo de los glaciares y la precipitación pluvial abundante, por arriba de los mil milímetros promedio anuales. Las corrientes superficiales son abundantes durante la época lluviosa y producen una gran filtración de agua que alimenta las corrientes subterráneas; así, los ecosistemas efectúan los procesos que permiten la recarga de acuíferos que abastecen buena parte de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, del Valle de Chalco, del Valle de Puebla-Tlaxcala y del Valle Cuautla- Cuernavaca (Parque Izta-Popo, 2008).
En este lugar de enorme relevancia hídrica están emplazados los territorios campesinos de los ejidos forestales de Tlahuapan que, mediante el manejo de sus bosques, en un sitio cabecera de cuenca, son considerados “(…) lugares clave como ‘fábricas’ de agua para el resto de los ecosistemas y para la sociedad (…), en los que la captación de agua no depende sólo de la simple precipitación sino del manejo (…) campesino de bosques y suelos, del que depende que en estas regiones se favorezca la evaporación, infiltración y el escurrimiento (Eckart Boege, 2008). No obstante, sus comunidades enfrentan una insuficiente disponibilidad de agua por la decretada veda permanente, pero se privilegia el suministro del agua sobre todo para las ciudades, en particular de Puebla y San Martín Texmelucan, para las embotelladoras de la región y para empresas como la automotriz Volkswagen.
Nestlé posee manantiales que pertenecieron a la empresa mexicana Agua Santa María y probablemente ha perforado pozos en la misma zona. En 2007, el consorcio obtuvo del gobierno federal una nueva concesión en la comunidad de Santa Cruz Otlatla del municipio de Tlahuapan, donde radica la planta de Nestlé, para incrementar la extracción de agua del acuífero. Con la nueva concesión, de acuerdo con una interpretación micro hidrológica del especialista César Solís Gómez, basado en los datos oficiales del Registro Público de Derechos de Agua (Repda), se infiere que sólo con este último manantial de un volumen de 500 mil metros cúbicos al año, se pudieran regar alrededor de diez mil hectáreas o abastecer de agua potable a diez mil habitantes, una cuarta parte de la población total del municipio de Tlahuapan.
Más allá del derecho humano al agua, estos escenarios, tensiones y conflictos se producen por las políticas de acceso, de abasto y de control y por acciones de privatización del agua que condicionan a las sociedades rurales que ven reducidas sus posibilidades de servirse del agua para el desarrollo comunitario y consumo familiar, dada la lógica que concibe el agua como un bien económico para las empresas privadas y multinacionales y genera una desigual distribución de privilegio para las ciudades y descobijo al campo.
De esta manera, se ha propiciado un contexto tirante y de resistencias por la accesibilidad, distribución, control, explotación y privatización del agua, que produce diversas manifestaciones y estrategias locales, así como reacciones como la que expresó con disgusto don Vicente García Guzmán, ex tesorero del comisariado ejidal de Santa Cruz Moxolahuac: “Si producimos agua, las comunidades de abajo nos deben de pagar. ¿Por qué a ellos sí les dan permisos para abrir pozos y a nosotros, que producimos el agua, no? El agua nace en la comunidad y ahora ¡ya no se tienen derechos! ¡Necesitamos agua (…) urge para nuestra población! Los beneficiados son los de abajo. Aquí trabajamos y allá ¿que hacen? Aquí no quieren que perforemos un pozo. ¿Quién hizo la veda del agua?”
Estos hechos también han propiciado en la región de Puebla y Tlaxcala diversas movilizaciones, por lo que se constituyó el frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y Agua Puebla–Tlaxcala.
Así, en este territorio sociohistórico descubrimos por un lado, conflictos y fisuras comunitarias e intercomunitarias por obtener el agua de los manantiales locales, y por el otro, “(…) hasta la lucha por el control del agua, que se debate entre las tendencias privatizadoras del manejo desde la cuenca, manantiales, infraestructura y venta del líquido” (Boege, 2008).
Los considerables fenómenos hídricos en el planeta vislumbran un momento histórico de crisis del agua enlazado con las maneras como el ser humano se ha relacionado con el entorno natural, en particular con el proceso económico de degradación de la naturaleza. Así, el mundo enfrenta problemas críticos de escasez por contaminación no sólo de agua sino de aire, por sobreexplotación, así como pérdida de suelos, efecto invernadero, alteraciones climáticas, entre otros. Todos estos son indicios de los límites a los que ha conducido el modelo de apropiación depredadora de la naturaleza. Es un sistema, el capitalista, que omite la determinación mutua entre el ser humano y la naturaleza, y se expande sin límites en busca de mayores utilidades y acumulación de capital por encima de los ciclos y ritmos de los recursos naturales como son los bosques o el agua.

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