21 de octubre de 2016

TEXTO AMARGO DE UN MILITANTE PESIMISTA


FOTO: milenio.com

Un año ha pasado desde las victorias más importantes de Morena en el país, un año ya desde que tomaron protesta los 4 delegados y la delegada en la Ciudad de México, un año de bancadas en laCámara de Diputados y en la Asamblea Legislativahasta hoy la diferenciación con otras administraciones es solamente discursiva; salvo el caso de Tlalpan, donde la delegada al menos se ha concentrado en administrar bien, el resto parecieran ejercicios voluntariosos cuando no caóticos, con ruidos en torno a la transparencia, sin un programa unificado de gobierno, con dos delegaciones grises; otra administrada en función de los intereses electorales de Ricardo Monreal y la otra, Azcapotzalco, la más caótica, en medio de escándalos de nepotismo, corrupción y pésimo gobierno; la estrategia de las bancadas ha sido una muy específica: decir no, aunque la gente no sepa qué se discute, qué se aprueba, pero sobre todo qué propone Morena, sin vinculación con la sociedad civil, jamás se democratizó la agenda legislativa ni se presentó a la ciudadanía.

En tan sólo un año la estructura orgánica de Morena ha mutado radicalmente, frente a los conflictos internos que cada vez se visibilizaban con más fuerzaAndrés Manuel optó en el Congreso Nacional de noviembre del 2015 por crear una nueva figura que estaría fuera de las estructuras estatutarias llamada Delegados Estatales y que estos a su vez elegirían de forma discrecional aDelegados Distritales, decisión que provocó que toda la estructura formal del partido cambiara, elComité Ejecutivo Nacional no opera como tal, se les ha mandado de delegados especiales a sus estados, a algún distrito o a las elecciones en otros estados y, salvo honrosas excepciones, no generan nada relacionado con sus carteras, no es la prioridad, dice la Secretaria General.
Los comités municipales y delegacionales ya no existen, los comités estatales operan sólo si tienen relación de coordinación casi subordinada con el Delegado Estatal o trabajan en condiciones absolutamente adversas, sin mayor capacidad de decisión, lo único que pueden hacer es construir comités seccionales y esperar algún error del delegado para mostrar su trabajo a la cúpula nacional; a la militancia por lo tanto se le ha relegado por completo, la única posibilidad de participación que tienen es como brigadistas para construir comités seccionales que, según las cuentas de la dirigencia, serán la estructura electoral de AMLO en 2018, estos comités deben ser entregados a los delegados distritales, quienes los presentan al estatal y el estatal a la dirigencia nacional, si en los distritos electorales o en los municipios se presentan conflictos con el delegado, la militancia no tiene posibilidades de construir espacios propios de participación, su destino es la marginalidad y hasta la persecución.
Es de destacar que el rol cada vez más menospreciado de las dirigencias democráticamente electas a veces es cómodo para algunos, en la Ciudad de México por ejemplo, el presidente estatal, Martí Batres, no se ocupa por sentarse con quienes tienen un cargo de elección popular para hacer una plataforma común o ya mínimo para mandar un mensaje de unidad interna, todos sus esfuerzos están concentrados en la disputa con Monreal por la candidatura para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y por el evidente conflicto de intereses no hay la mínima posibilidad de construir algo que le permita a la militancia decir orgullosa: “miren, esto hacemos en Morena, somos totalmente distintos al resto y donde gobernamos no se ha caído el cielo, como decían nuestros detractores”.

FOTO: lmomento.mx

Toda la apuesta de las dirigencias estatales y nacional es a explotar la figura de AMLO, todo gira en torno a él, a final de cuentas no hay otra persona ni de derecha ni de izquierda que represente por sí sola más votos que él, por lo tanto aquellos se concentran en administrar esos votos pensando, en la vía de los hechos, no en la elección presidencial sino en sus propias batallas distritales, municipales, delegacionales o estatales.
Lo dramático de todo esto es la forma en que se deshecha y minimiza el esfuerzo de miles de militantes de convicción, desplazados en la toma de decisiones por una cúpula que prefiere pactar con el Consejo Empresarial de cada estado o con dirigentes excluidos del PRI, que fomentar y fortalecer liderazgos emergentes nacidos del partido, para las bases la posibilidad de representación es el azar, la tómbola, donde puede quedar alguna persona con principios o alguien que lleva un día en el partido y se le ocurrió ir a la asamblea electiva.
Lo peor de todo es que en Morena sigue reposando la posibilidad más viable de derrotar al régimen pero la casta que rápidamente se ha enquistado, si no está pensando y trabajando para ganar la Presidencia de México, mucho menos está interesada en resolver los problemas de la sociedad, resulta entonces que la figura de Andrés Manuel no sólo destaca entre la clase política de lo que conocemos como Coalición Neoliberal Pacto por México, sino incluso entre el círculo dirigente de Morena, quienes, con la comodidad que les ha dado el cargo partidario o el puesto público, se muestran indiferentes ante la crisis humanitaria que vive el país, ellos se comportan como si no les interesara que nada cambie porque administrando el discurso de oposición obtienen espacios que les aseguran una vida privilegiada.

Como ya dije, los votos que representa AMLO son muchos, nadie representa tanta simpatía como él, pero con eso no alcanza para el triunfo en 2018; Morena lejos de colaborar con nuevos votantes, con puentes de diálogo y colaboración con organizaciones y dirigentes distintos a los que Andrés aporta, ha optado por una táctica que ya falló en 2006, en 2012 y que hasta ahora no ha dado muestras de vitalidad: crear no un partido político dinámico, cercano a la sociedad, que inspire alegría y esperanza, sino construir una maquinaria de defensa del voto basada en la simple e insuficiente promesa de que cuando AMLO triunfe la cosa mejorará.
Este afán por armar una estructura de defensa del voto decanta una visión tradicional de hacer política, la casta de Morena depone la posibilidad de consolidar una organización de largo aliento para la transformación del país, se pretende hacer una maquinaria basada en una figura determinada en algún escritorio de alguna oficina del extinto Instituto Federal Electoral: la sección electoral, que no genera identidad, no mueve pasiones, ni está alojada en el imaginario popular; los debates, el estudio, la plataforma programática se deja en manos de un grupo de iluminados que, en la absoluta clandestinidad, determinará cuales son hoy las necesidades populares, aunque el pueblo y hasta la militancia aún no se enteren.
Con tantos espacios vacíos, no sorprendería que la oligarquía, que siempre está alerta, presente agendas y perfiles dispersos que conecte con ciertos sectores que cada vez se identifican menos con Morena;Andrés, lejos de fortalecer su presencia en la clase media, da mensajes confusos que parecieran dirigidos a algún sector de la oligarquía, como si a fuerza de conciencia éstos fueran a sensibilizarse y decidan dejarlo pasar, de esta forma pone en riesgo la gran fortaleza que le significa el discurso y práctica de la honestidad por ofrecer una confusa amnistía que refleja un lado autoritario porque no puede haber amnistía si no hay proceso legal previo.

FOTO: animalpolitico.com

¿Y quién en Morena de manera formal interpela ese discurso? ¿Qué espacios formales existen para cuestionar y debatir estas tácticas y actitudes? ¿Quiénes se atreven a decir “así no” “eso no está bien” cuando la casta ha asumido una actitud policiaca y soberbia señalando de infiltrados o golpeadores a quienes asumimos una actitud crítica? Esta casta parte de un chantaje: “la única esperanza en México es Andrés Manuel, Andrés es Morena, quien cuestiona a Morena es un traidor y Morena soy yo”.
Andrés es un dirigente incansable, con presencia en todo el país, con muchas virtudes que lo hacen la opción más viable, dentro de los perfiles no neoliberales, para obtener la Presidencia de la República, pero con lo que ya representa no se va a ganar y el resto de la dirigencia no tiene la voluntad de sumar, ellos están en lo suyo y lo demás es lo de menos, actitud irresponsable frente a la cita que tenemos con la historia, 1 de 4 personas en México sufre pobreza alimentaria, al día se cometen 7 feminicidios en todo el país, la política de terror tiene paralizada a la población y el dogmatismo de los neoliberales está incrementando dramáticamente la brecha de desigualdad; es tarea de la militancia crítica, realmente preocupada por la transformación pacífica y democrática del país, dar un golpe de timón, si no se hace ahora en año y medio lo volveremos a lamentar, y como siempre buscaremos en los de enfrente al culpable. Valga decir que una de las peores tragedias en Morena es la generación que comienza a aprender las viejas mañas, los vicios de la vieja forma de hacer política, esa es una pésima noticia para el país.
Frente a la prepotencia la rebeldía, y es que en medio de la peor crisis humanitaria que ha vivido nuestro país lo que requerimos es un nuevo pacto popular que pacifique y dignifique cada rincón de México, y si no somos capaces siquiera de cuestionar a quienes pretenden ser la alternativa, mucho menos podremos enfrentarnos a los grandes intereses oligárquicos, sería un error de la base caer en el optimismo ramplón, pensar que lo único que tenemos que hacer para obtener el triunfo es esperar a que llegue la elección del 2018, creer que esta vez la oligarquía sí respetará el resultado, mucho menos podemos ponernos exigentes con otros movimientos sociales esperando que depongan sus agendas e identidad por apoyar nuestra táctica, sobre todo sabiendo que la casa está tan desordenada. Seamos pesimistas porque las cosas están mal, peor que nunca, pero no perdamos la esperanza de que algo podemos hacer por cambiarlo todo radicalmente, entre todas y todos, con honestidad y dedicación, con convicción de triunfo pero sin oportunismo.
La victoria es tan posible como urgente, no hacer lo que nos corresponde para obtenerla sería una irresponsabilidad, la historia pondrá a cada quien en su lugar.
Luchar, crear poder popular.

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