1 de marzo de 2017

JULIO HERNÁNDEZ EL ASTILLERO: EL PERIODISMO HA SIDO CÓMPLICE DEL PODER.

Julio Hernández, mejor conocido como El Astillero

Por: Patricio Cortés
Hoy por hoy, uno de los columnistas más reconocidos y controvertidos del país es Julio Hernández, mejor conocido como El Astillero, mote que ganó con su columna en La Jornada, cuyos análisis políticos están impregnados de un humor ácido. “Nuestra realidad ya es de caricatura, ya no se notan los linderos de lo que es un cosa grotesca”, es como describe la vida política del país.

Sobre los toques de humor en su columna, nos comenta: “De otra manera nos tiraríamos al suelo de dolor, vergüenza y rabia ante las cosas que están pasando. Manejar con absoluta crudeza lo que sucede en México (mueve la cabeza), tiene que ser tamizado, mi intención es suavizar un poco y encontrarle el lado lúdico, que además permite entender las cosas quitándole el filo salvaje”.
“Siempre he tenido una vocación por la ironía y el sarcasmo que son una forma, aunque yo no la alcance, de inteligencia política, que requiere conocer bien las cosas, aprender bien su esencia y darle un giro diferente. A veces es más fácil presentar una taza tal como es, blanca y tiene una asa, lo difícil es darle una ilación, un sentido irónico, diferente, para que la gente vea la taza, pero también la mesa, el origen y el sentido de las cosas”, complementa.
Nuestro entrevistado es muy activo en redes sociales, donde sus comentarios no siempre son bien recibidos y con frecuencia tanto twitteros afines al “peje” como de derecha lo insultan, él lo toma con desenfado: “Para eso son las redes sociales, para que todo mundo se exprese y a mí me sucede una cosa muy peculiar, siempre les digo ‘tomen en cuenta que muchas veces esas animadversiones contra mí, yo mismo las estoy poniendo’, no las oculto, no las hago a un lado, sino que yo las reproduzco porque me interesa que haya diferentes puntos de vista. Hay gente que me ha llegado a reclamar que es más fácil que yo le dé un retweet a un ataque contra mí que a un halago, porque los ataques permiten que se dé la retroalimentación”.

Reconoce que las redes sociales ejercen un criterio de libertad que no tienen los medios tradicionales, pero advierte: “Esa aportación de información en general no suple al ejercicio periodístico. Es importante el peso del profesionalismo en la obtención y el manejo de la información porque de otra manera se convierten en un río donde se arrojan las cosas, de a ver qué sucede y mucha gente queda mal informada con notas falsas, porque ahora hay una tendencia de poner información mentirosa para ganar likes, seguidores o tráfico”.

Todo esto se da en un periodo complicado: “Hemos entrado a una etapa muy peligrosa de polarización y de odio social. Proviene de una cultura política muy atrasada que nos ha sido fomentada por muchos de los propios líderes políticos que plantean las cosas en blanco y negro y que han satanizado los acuerdos, el diálogo, las reuniones que son consustanciales en la vida política. Mientras no tenga resolución pacífica, aceptada por todo el mundo, la disputa del poder, vamos a seguir exactamente igual; mientras haya mexicanos que creemos que las elecciones siempre están con el tamiz del fraude electoral, que se realizan con una enorme desventaja entre los adversarios, que nunca se van a respetar esos resultados, no se pueden construir cosas a partir de la mutua desconfianza”.

En el mismo tenor, acepta la responsabilidad de los comunicadores: “La culpa del periodismo mexicano en estos tiempos es terrible. Hablo en general, cada quien leerá y definirá quién puede ser inscrito en un lado u otro, pero en términos generales el periodismo ha sido cómplice del poder, ha propiciado un profusión de información, pero no del adecuado equilibrio informativo, no del análisis plural de las cosas”.

Le comento que a eso se suman “los tontos útiles” que sin conocer nada de política o sociología tienen un espacio y dicen cada incoherencia. Julio Astillero explica con su característica sonrisa: “Por eso los tienen ahí, para que su voz, sus comentarios y sus análisis precisamente sean tan ligeros, tan desechables, elementales y sobre todo, lo más peligroso, manipulables; porque uno puede escuchar las estaciones de radio, televisión y encuentra una cartera de opinantes que normalmente practican lo que se le llama el nado sincronizado, las mismas ideas dichas con el matiz de cada quien, pero finalmente lo mismo porque son comentarios inducidos desde ámbitos de poder”.

“El problema es que haya intereses empresariales tan fuertes -dominantes sobre lo periodístico- por parte de los dueños de los principales medios de comunicación, que son los que establecen la relación con los poderes políticos y sacrifican el sano ejercicio periodístico. Esto con enorme costo de credibilidad, pero con enormes ganancias para los dueños de esos medios en paquetes de publicidad, aunque no tengan la lectoría adecuada y por otra parte en negocios alternos, que son los principales de esos empresarios”, añade.
Siendo Julio Hernández, director de La Jornada San Luis, le pregunto ¿cómo hace para sobrevivir un medio no alineado?, responde con una mueca: “Esa es la pelea diaria, un poco los medios que sobreviven ejerciendo la mayor crítica posible, porque hoy todos estamos sujetos a la dictadura de los convenios de publicidad, a las presiones del poder que hace que siempre esté supeditado ese mecanismo legítimo y legal que debe ser el de la distribución de la publicidad, pero que no se hace con criterios sanos, ni adecuados, sino de premiar al que elogia y de castigar al que critica”.

Refuta a quienes anuncia con bombo y platillo la muerte de su oficio: “El periodismo es consustancial al ser humano, a veces dicen ‘el oficio más viejo del mundo’, refiriéndose a la prostitución, y yo les digo ‘nombre el oficio más viejo del mundo es el nuestro’, pero no deja de ser sino la categoría superior y sublime del chisme. Lo que hacemos es comunicarnos, decirnos cosas entre nosotros y eso no se puede acabar, se acabaría el verbo, el ser humano junto con la comunicación. Cambian las formas, los medios, va avanzando el periodismo digital, pero yo no creo que haya una tumba inmediata para el periodismo impreso, tiene que cambiar, que acomodarse a temas de más profundidad y menos a lo inmediato”.

“Hay una contracción del sentido informativo que significa una contracción del sentido crítico. Hoy yo veo reporteros que están acostumbrados a hacer notitas estilo radio, tres párrafos bla, bla, bla, sin entrar al fondo del asunto; pero también hay una dictadura de la imagen, hoy nadie nos cree nada sin el video. Uno puede poner el ensayo más profundo y tendrá mil visitas y cualquiera pone un meme o una imagen y se vuelve viral”, diagnostica.
Afirma que estamos en un escenario complicado: “Va a ser difícil dar marcha atrás a ese proceso de la adaptación de la mente humana, al impacto de la imagen, pero creo que el periodismo profesional que nosotros ejercemos debe encontrar la manera a través de estas posibilidades tecnológicas, con clips, pequeños episodios que permitan ir explicando la razón de las cosas y la prensa escrita se va a quedar para profundidad, para los artículos, la explicación más de fondo”.
Entrando en su semblanza, Julio Hernández no duda en reconocer su filiación política: “Yo soy un hombre cargado ideológicamente a la izquierda, el periódico La Jornada lo es. Siendo yo un hombre escribiendo desde una óptica de izquierda, no tengo ningún empacho en criticar los graves defectos que veo los movimientos de izquierda, de sus personajes y el caudillismo”.

“Conozco absolutamente el periodismo tradicional con todos sus defectos y todas sus virtudes, no hay nada que desconozca yo”, nos dice. Le pregunto sobre cómo era ejercer cuando los medios estaban más controlados, con un ligero tono de resignación responde: “Complicado, muy complicado, porque finalmente los reporteros seguíamos órdenes de información y los jefes y directivos modulaban que decir, por donde va la nota, con un enfoque que siempre obedecía a ciertos intereses; pero ese es el periodismo en general, de izquierda, de derecha, de arriba, de abajo, hay visiones e intereses, buenos o malos, legítimos o ilegítimos, siempre los hay. La lucha de fondo, creo yo, la nuestra, es por transmitir los hechos con la mayor veracidad posible, con la mayor autenticidad como reporteros y quienes tenemos el privilegio de ejercer el periodismo de opinión tenemos más libertades”.
Desde que era estudiante de secundaria, en San Luis Potosí, se interesaba por platicar con los maestros que ejercían el periodismo, en la preparatoria trabajo en un programa de radio, estudió la carrera de Derecho y, mientras esperaba un puesto como abogado, se dio la oportunidad de entrar a trabajar al Heraldo de San Luis, de ahí ya no dejó el oficio.

Para concluir se describe: “Soy un hombre apasionado por escribir, difundir opinar con una doble pasión en su vida que ha sido la política y el periodismo, con una doble convicción de ser sincero y auténtico”.

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