11 de agosto de 2017

RAFAEL MÁRQUEZ Y JULIÓN ÁLVAREZ TAMBIÉN ESTÁN LIGADOS A POLÍTICOS ENCUMBRADOS DEL PRI Y DEL PAN

TEXTO IRREVERENTE

Por Andrés Timoteo

CUARTETO MACABRO

Es un trio que siempre ha estado ligado, no solo en México sino a nivel mundial. El futbol y la farándula –actores, músicos, conductores de espectáculos- son una parcela apetitosa para el crimen organizado. Los tres se atraen como imanes, aunque como dijera un analista de la misma farándula: el narco para los famosos del espectáculo y del deporte es como el vampiro pues no entra a tu casa si tú no lo dejas entrar, si no le extiendes la invitación o no aceptas la sugerencia para visitarte.

Desde el miércoles estalló el escándalo cuando el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos señaló al cantante Julión Álvarez y al futbolista, Rafael Márquez de ‘lavar’ dinero en para los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG.  Así, de nueva cuenta personalidades del espectáculo y el deporte están en el candelero mediático para mal, aun cuando no es el primer escándalo de este tipo ni tampoco será el último.

Es, eso sí, el ejemplo más reciente de ese trío macabro -futbol, música y narco- que, por lo regular,  en México se convierte en cuarteto porque se le une otro actor: el poder político. Ambos, Rafael Márquez y Julión Álvarez también están ligados a políticos encumbrados del PRI y del PAN.  El futbolista Márquez es un promotor de Margarita Zavala en su precampaña por la candidatura presidencial, se ha alquilado como ‘matraquero’ de la esposa del exmandatario panista  Felipe Calderón, el genocida.

Además, la madre del jugador, Rosa Alicia Álvarez Quiñonez es diputada federal por el PVEM. Es decir, los Márquez Álvarez navegan entre azules rojos y verdes, le sacan jugo al altruismo alimentado con el erario público y de paso ‘blanquean’ dinero de los criminales. ¡Qué bonita familia!  Por su lado, el cantante Julión Álvarez ha sido adulado públicamente por el presidente Peña Nieto, quien lo ha puesto como “un ejemplo para la juventud mexicana” –y si lo es, pero para lo malo- y en días pasados hasta difundió una foto con él a bordo de una lancha en el Cañón del Sumidero, Chiapas, misma que tuvo que borrar, a las prisas, de su cuenta de Twitter.

Vaya, a Peña Nieto no le cuaja ni la gelatina. Todos a los que ha procurado, piropeado y mostrado como ejemplos de algo bueno –entre ellos los exgobernadores Javier Duarte y Roberto Borge, a quienes llamaban las nuevas generaciones de priístas modernos, democráticos y decentes- han resultado sendos pillos. El mexiquense tiene la peor popularidad en la historia de los presidentes mexicanos y con estos escándalos su imagen ya rebasó el sótano, está en el inframundo.

Queda confirmado que en México la política y el crimen organizado van engarzados, uno influye al otro –con agregados de la farándula y el deporte-, y que Peña Nieto es un torpe al escoger a sus héroes y amigos a presumir. Todos le salen pestilentes y lo desacreditan.

NO COMIERON LUMBRE

Quedó comprobado, la democracia es veneno para los priístas. En las mesas temáticas  que se realizaron el día miércoles y ayer jueves para preparar los cambios estatutarios y de rumbo que se aprobarán  - a mano alzada, la vieja ortodoxia de lo impuesto- en la 22 Asamblea Nacional que el PRI  realizará el sábado, no hubo ni debate ni jaloneos ni rupturas, vaya ni siquiera un sombrerazo que mostrara que es un partido de ‘fuerzas vivas’.

Se aprobó lo que fue enviado por  las cúpulas, sobre todo en la mesa de “Estatutos” cuya sede fue Campeche. Allí hubo tres propuestas principales: dos fueron avaladas, una es la modificación al artículo 166 de los estatutos internos para permitir que un personaje no militante pueda ser postulado a la Presidencia. Fue el tema que más expectativa causaba aunque tampoco  es algo que hubiera tenido mucho impacto de no haberse tocado.

La treta para evadir el candado de diez años de militancia son las alianzas, un abanderado que es propuesto por un partido coaligado no necesita observar los reglamentos priístas.

El segundo aval, más destacable, fue la modificación del artículo 194 para impedir  la reelección consecutiva de parlamentarios plurinominales. Es decir, el senador o diputado que sea plurinominal –no electo en las urnas- no podrá saltar de una curul a otro, del Senado a San Lázaro o viceversa, como ha sucedido en las últimas décadas con  tanto parasito brincador. Por eso le llama  “ley anti-chapulines”.

Y el tercer tema, que era el más importante, fue rechazado de forma unánime: la propuesta para que sea la base militante la que elija al candidato presidencial por medio de voto universal y directo. Para nada, el PRI no le iba a ceder ese privilegio a sus bases que  siempre ha estado reservado a las élites, en este caso al presidente en turno. De ahí que se corroboró que no hay democracia interna en el tricolor. No está en su naturaleza permitir un acto democrático en su interior, hacerlo sería como ingerir veneno.

Por cierto, un veracruzano, el senador José Yunes Zorrilla presidió una de las mesas temáticas, que fue la de “Programa de Acción” que se realizó en Toluca, Estado de México. Nada interesante ni nada serio se trató en esa encerrona insulsa y de mera decoración. Es más, las  dos únicas propuestas de valía que se presentaron,  fueron rechazadas: la eliminación del fuero para gobernadores, el presidente de la República, alcaldes y legisladores, y la revocación del mandato para deshacerse de malos gobernantes.

¿Cómo iban a aprobar eso si arriesgaban a quedarse sin representantes populares o peor aún, a que todos fueran a parar a la cárcel? Si bien los priístas promocionaron que en esas mesas temáticas iban a enderezar las cosas en el partido para recuperar la confianza ciudadana, tampoco son suicidas. Bien dicen que no hay borracho que coma lumbre y los priístas no dieron bocados de fuego en sus promocionadas mesas temáticas. Peor aún si el moderador fue uno  que “los tiene tibios”, como asegura la exdiputada local,  Octavia Ortega.

Envoyé depuis Paris, France.


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