16 de noviembre de 2017

¿AMAMOS LOS MEXICANOS EL SUFRIMIENTO, SOMOS COBARDES O NOS ENGAÑAN COMO BOBOS POR EL PODER?

¿Masoquistas los mexicanos?
Pedro Echeverría V.
1. “México es el país, de las 34 naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que muestra las mayores desigualdades en el ingreso que perciben las familias. También donde se registra la más alta tasa de homicidios e, igualmente, la nación en que la mayoría de sus ciudadanos considera que la corrupción es generalizada e imparable en todo el gobierno”. Sin embargo, aún con ese panorama, los mexicanos (no todos, pero sí la inmensa mayoría que se refugia en la religión y enajenación) se cuentan entre quienes están más satisfechos con la vida que llevan, al mismo nivel que están los suecos o los australianos”.
2. Sí, yo tengo algunos amigos de pensamiento derechista, que me dicen lo mismo: “no vale la pena luchar por o con los pobres porque parecen satisfechos con la vida que llevan y ellos mismos se dejan fácilmente manipular por el gobierno, los empresarios y los medios de información”. Bueno, no son mis amigos, pero si nos esforzamos un poco encontraremos a un 80 por ciento de las gentes con ese pensamiento. Es obvia la raíz de ese modo de pensar cuando se tienen muchas carencias y miseria, cuando se tiene depositado toda la esperanza en Dios y cuando los medios de información dominan todo el pensar.
3. Recuerdo que el estudioso Giovanni Sartori decía: “La televisión es la primera escuela del niño (la escuela divertida que precede a la escuela aburrida)”. El problema es que el niño es una esponja que registra y absorbe todo lo que ve, ya que no tiene capacidad para discriminar. “Es un ser reblandecido por la TV, adicto de por vida a los videojuegos”. Adelante Sartori escribe en 1998, que la TV ha dejado de ser la reina del hogar, que el nuevo soberano es ahora el ordenador. ¿Se puede olvidar que el dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Milmo, señaló que la TV no es para educar, sino para divertir?
4. Pero no puede decirse que por no defenderse, por no luchar, los mexicanos son cobardes, engañados y manipulados. Hay una minoría de mexicanos que al fin nos dimos cuenta de esas formas de control y nos hemos liberado de la televisión, la iglesia, el futbol, el trago y las modas, que son distracciones que sirven –por donde quiera verse- maravillosamente al capitalismo porque bloquean el pensamiento. Además, un trabajador explotado durante ocho o diez horas, cuando llega cansado o agotado a su casa sólo quiere –como dice Azcárraga- divertirse con la Tele, ver futbol y echarse un trago, si tiene. ¿Qué ganas va a tener de leer o pensar?
5. Los mexicanos y los trabajadores en general, no somos masoquistas; no nos gusta que nos exploten o engañen, no estamos nada de contentos con la situación que se vive en el país. ¿Pero qué hacer si la única información que recibimos viene de la Tele, la radio y la prensa deportiva? En México no hay una izquierda numerosa, fuerte, que politice, ideologice, masivamente a la población para que comience a protestar. Desde los años treinta la CTM, luego la CNC, ambas del PRI, se encargaron de corporativizar a los obreros y campesinos. En la CTM bastó un líder, Fidel Velázquez y en la CNC hubo más de una docena impuestas en cada gobierno.
6. Si algunas veces tuvimos capacidad para hacer ruido desde la izquierda, fue porque dos o tres “sindicatos independientes”: ferrocarrileros, electricistas, telefonistas, universitarios, aún sin unidad, nos ayudaban a ello. El gobierno sabía todo, por eso nuestras batallas fueron siempre controladas. La realidad es que no hay personas cobardes ni valientes, sólo hay personas con convicciones firmes, profundas de lucha, y gentes sin ideas o con ideas del capitalismo que han sido impuestas desde la familia, la iglesia, la escuela y la sociedad. El miedo, el temor, el oportunismo acomodaticio, son enseñanzas de las clases dominantes del capitalismo.
7. Los luchadores sociales, pensando que existe la verdad, han dicho que “la verdad es siempre revolucionaria”. Sin embargo, dado que no existen verdades sino sólo interpretaciones, lo que damos a conocer son “nuestras verdades”, nuestra interpretación, porque otros tienen “sus verdades de los hechos que corresponden siempre a ideologías. Mientras nuestras interpretaciones sean falsas estaremos engañándonos y mintiendo a los demás; si mentimos acerca de nuestros “victorias” en las luchas por hacer propaganda que “avanzamos”, peor nos irá cuando nuestros seguidores vean lo contrario. Necesitamos trabajar más, eso es obvio. (16/XI/17)

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